Estaba predestinado a este tebeo, en verano pase dos días en New York y compre la figura diseñada por Paul Pope (la que viene en los extras), simplemente la compre porque me parecía un diseño cojonudo, inspira miedo y dolor, reconozco también que el cambio del dólar ayudo lo suyo.
Además, cuando era joven y con la poca información que había se sentían dos corrientes a mi alrededor: DC o Marvel y dentro Batman o Spiderman, yo me crie con los comics de Zinco, así que era de Batman, luego tampoco muy después, me incline a seguir autores.
Cuando me enteré que salía esta miniserie en España estaba deseando leerla, tres visitas a la librería que suelo comprar me costó conseguirlo (agotada) lo cual impacientaba al lector que llevo dentro. Estas situaciones suelen llevar a un chasco seguro pero menos mal que estamos en manos del señor Pope.
La acción se sitúa en el 2.039, 100 años después de que se creara Batman, plantean un futuro totalitario donde los malos piensan por ti y que no se mueva nadie (sencillo y creíble).
Dos cosas sobresalen en el tebeo, la primera es Batman, una imagen que da miedo, un tío duro pero vulnerable, me parece muy acertado el tiempo que tarda en hablar en el comic, refuerza su dureza, su seriedad, esto no es un juego y mira como sangro. Incluso Robin, a quien siempre he tenido un poco de manía parece real.
La segunda es como dibuja Pope, el aspecto feo de los personajes (quiero decir que la gente es fea), como la ciudad parece que tiene vida agónica propia, las secuencias de acción son agiles y encima esta ese Batman que esta vez sí, me creo que acojona a los malechores.
De lo mejor que he leído de Batman.