viernes, 29 de agosto de 2008

Teléferico



Tener niños pequeños, jornada de verano y entradas gratis, me ha llevado al Teleférico de Madrid y fácil hace más de 20 años que no montaba.

Es curioso que ahora lo vendan como un medio de transporte ecológico, entiendo que cuando lo construyeron el cambio climático debía ser una palabra tabú, esto me enreda en dos ideas, una el cambio climático es como los aerolitos o perros asesinos (lo dejamos pendiente) y dos con qué objetivo construyeron el teleférico, aquí me inclino a pensar que era para que las parejas se magrearan con o sin carabina.

Al final y utilizando palabras de un amigo, “he de confesar” que me ha encantado volver a subirme, la entrada con esas ruedas gigantes (eso sí ya no tanto), las cabinas a las cuales yo recordaba había que subirse/bajarse corriendo (supongo que eran ordenes maternales), el recorrido en otra épocas eterno y por el cielo (ahora poco mas de 10 minutos y por encima de los arboles), saludar a las cabinas de enfrente (si tienen un niño de 2 años sabrán que se saluda desde el vendedor de la ONCE al guardia civil, ups) y por si fuera poco esta en Rosales.

jueves, 28 de agosto de 2008

CAFE BUDAPEST




De siempre he intentado llevarme bien con el comic español, siempre he pensado lo meritorio de dedicarse a este medio en España y siempre busco ese cariño "extra" del autor a su obra.
Lo cierto es que llevaba más de una decepción, ya sea en algún caso por exceso de cariño o en otros por cariños no entendidos...
Lo que me hizo más reacio a enfrentarme a “Café Budapest”, y encima se centra en el conflicto Israel – Palestina, hagan memoria de todos los telediarios que han visto y no me digan que no llevamos conviviendo con la mismas noticias toda la vida…

Y con estas premisas el autor aborda la situación a través de una familia y una/s historia/s de amor, y yo sinceramente creo que el amor siempre triunfa o debe triunfar y así creo que triunfa y debe triunfar Alfonso Zapico.
Como creo en el amor, también creo en los bares, sobre todo en aquellos que se habla, discute, chilla,… y aquí me encuentro con unos personajes creados alrededor del Café, creíbles y adoptables desde el primer momento, alguno me dejo con ganas de saber más de su vida.
El protagonista me hace añorar la inocencia y me deja con ganas de saber tocar el violín, su chica no me cae tan simpática me parece demasiado adelantada...

Me quedo como la última página, esperando encender la tele con una noticia diferente que permita a los amigos tomarse un café en el Budapest sin importar quien pague la cuenta.